8/21/2011

Lección 5 para ser diva

Estoy en el infierno. El diablo anda por aquí y, sin embargo, tengo algunos ángeles acalorados a mi lado. "Welcome to hell", le digo sonriendo a la clienta que llega al escenario del estudio de televisión más caliente del mundo, estamos en busca de una nueva diva.


La Hacienda San Miguel de las Palmas está a unos minutos de Cuernavaca en donde vive uno de mis entrañables amigos. El se llama Jesús y desde que supo que estaría tan cerca de su casa, ofreció hacerme una visita. Las primeras noches hicimos planes para cenar juntos, pero después de verificar que las largas jornadas no serían una excepción, sino la regla, he llegado a poner en duda la posibilidad de verlo. El, parece más escéptico aún, pues en su último mensaje de texto escribió: "Si mañana no crees que tengas posibilidad de salir, pasaré a verte a la hacienda. Cuando menos te daré un beso para comprobar que no eres un mito."
 Al leer esas palabras me percaté de que había pasado casi una semana lejos de todos mis seres queridos. Igual que las concursantes. Después vino a mi mente la película En la cama con Madonna, en donde la famosa cantante estaba miserablemente sola y se acostaba con sus bailarines para consolarse. Los hombres que a ella le gustaban la desdeñaban. ¿Será ese el precio para ser una diva?
Pero al mismo tiempo me di cuenta de que, en poco tiempo, había logrado hacer amistades. El equipo de trabajo es formidable. El líder estupendo. No me la he pasado nada mal esta semana.

Martha Debayle, sin embargo, se ha perdido esta experiencia. Ella está en el foro, pero no se mezcla con nadie. Come y descansa en su habitación, aislada. Muy respetable, pero si voy a ser diva algún día, prefiero estar en el epicentro de la acción. Intercambiar historias personales con las chicas que toman fotos, como lo hago ahora. Cenar a media noche con mis maestros en el arte de ser estrella de televisión. Así como comprobar que el poder y la gloria no están al tope de mi lista de prioridades. En cambio mis amigos están en la cúspide, aunque hoy tampoco pueda ver a mi querido Jesús.

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