Balenciaga por siempre
No hay nada más difícil que encontrar una fragancia que se amolde a tu personalidad como un guante suave y cómodo. Para el PH de mi piel, prácticamente todos los perfumes resultan intolerables, pues termino endulzando cualquier aroma. No importa el precio o lo fino de la marca, al aplicarlo el olor se torna empalagoso. Tampoco puedo decir que me siento bien usando las fragancias más amaderadas como las que llevan los caballeros. Así que, para mí no parecía haber mucho futuro después de que mi perfume consentido, Envy de Gucci, quedó descontinuado. Pero la suerte me sorprendió con una fragancia de alta costura.
El español Cristóbal Balenciaga ha sido considerado por sus colegas de la época, tanto como por los expertos de la moda, como el mejor. La mismísima Coco Chanel, que no era precisamente generosa con sus halagos, tuvo a bien referirse a él como el verdadero diseñador. Christian Dior también lo consideraba como el director de una orquesta que marcaba la pauta para los otros diseñadores.
Desde hace ya 12 años que Nicolas Ghesquière es el director creativo de la marca y no ha hecho más que arrancar piropos con su impecable trabajo que respeta totalmente el concepto y perfección de Balenciaga. Pero a estas alturas ya la firma estaba lista para iniciar su camino a la perfumería. Así es como se une Ghesquière a un reconocido experto en aromas, Olivier Polge, y desarrollan una fragancia con una esencia de madera salpicadas con hojas de violeta. Es un aroma sobrio, femenino y suave como la seda. Algo que sólo podría llevar alguien que quiere un perfume refinado para complementar su elegancia. Una fragancia que hace honor a su nombre: Balenciaga París.
De ahora en adelante, tengo un perfume de alta costura en mi tocador.
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