Siempre me sorprende el margen de error en la interpretación de un código de vestimenta. Pero cuando el asistente a un evento no tiene ni una pista sobre la manera en que se supone debe arreglarse, los desastres se multiplican.
Ayer fui a una boda. La invitación decía: formal, lo cual, según los novios, expresaba el deseo de que las mujeres fueran de largo y los hombres de smoking o, por lo menos, de traje. Habría que haber especificado que se requería “etiqueta rigurosa” y aún así, ¿cuántas personas habrían tenido la curiosidad de descifrar el término y de respetar las reglas de los anfitriones? El resultado seguramente te lo imaginas: llegaron mujeres con mallas y botas, lo mismo que con vestiditos como para ir al antro. Algunas pocas fueron de largo y la mayoría iban vestidas como para asistir a un coctel.
Hace un par de semanas sucedió justo lo contrario: una amiga asistía a un gran evento en Inglaterra y la invitación pedía, una vez más, llevar vestimenta formal. Ella, desde luego, no estaba del todo segura de si debía ponerse vestido largo o corto y vino a consultarme. Mi consejo fue que llevara un atuendo francamente de noche, pero no largo. “Para ir de largo debe especificar back tie”, le dije. “Todas las que vayan de largo lucirán fuera de lugar y pondrán en evidencia que no salen a eventos lo suficiente.” A su regreso el reporte fue positivo: un par de despistadas fueron de vestidos largos, pero la mayoría, incluyendo a mi amiga, se sintieron ciudadanas del planeta gracias a su adecuado atuendo.
La Real Academia Española plantea, cuando se tiene la duda de poner una palabra con mayúscula o minúscula, optar por la minúscula. Bueno pues, la misma regla impera bajo los códigos de vestimenta confusos. Ante la duda, el vestido corto es mucho mejor opción que el largo.
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